Tras más de un mes de protestas en la zona amazónica, la Asociación Interétnica de la Selva Peruana (AIDESEP) retrucó a su presidente, el dirigente Alberto Pizango, y renunció al llamado a la insurgencia formulado por el mencionado personaje. Igualmente, a la par de manifestar su voluntad en continuar dialogando con el Congreso y el Ejecutivo, pidieron al Gobierno el levantamiento del estado de emergencia que afecta a once distritos de Amazonas, Cuzco, Loreto, San Martín y Ucayali.

Antes de llegar a tal acuerdo con la Defensoría del Pueblo, el Presidente Alan García había lamentado las declaraciones de Pizango y señalado que “las tierras de la Amazonía son de toda la nación, no de un pequeño grupo que vive ahí”. Como bien recuerda El Comercio en su edición dominical, estos reclamos vienen de hace algún tiempo, causados por la exigencia de los nativos a que se deroguen varios decretos legislativos, los cuales se dieron para la implementación del TLC con los Estados Unidos y que ellos aseguran son lesivos a sus derechos sobre sus tierras.

Lo real y tangible en esta situación es que, más allá de que las fuerzas del orden restablezcan la normalidad en el ritmo de vida de las poblaciones en huelga, se hace necesario una comprensión amplia de la cosmovisión de estas comunidades y una continua comunicación que retroalimente y acerque a dos acervos culturales cuyos valores, modernidad y tradición ancestral, se ven enfrentados.

Visto el panorama, la pregunta es como sigue: