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Sérvulo, Sérvulo,
he reservado para ti
el premio ansiado,
la dádiva perfecta.
La he adornado
con ocasión del triunfo
tuyo, imperecedero,
constante y memorable.
Ay Sérvulo,
lo has rechazado
como el mar a las olas,
como el sol a la noche.
Has dejado que se imponga
tu sinrazón y malicia,
que oscura refleja
la rebelde escoria.
Sérvulo, al exilio
hoy te tienes que marchar,
fuera de mi dicha y mi lumbre,
de mi vida y mi hogar.