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Hoy, tras cuatro días intensos, me siento más tranquilo.
Como diría un tombo, “acabó el baile”, con sinsabores, con nerviosismo, con esfuerzo.
Durante las próximas tres semanas se instalará la incertidumbre, esperando los ansiosos resultados de estas pruebas.
Pero no creo ser el mismo, no después de comprobar a qué me enfrento.
Tengo la necesidad de demostrar que no puedo seguir así, no en este estilo, no en este orden, no en esta rutina.
Tengo ganas, vaya “equilibrio”, de volar alto y pisar tierra.
Hoy, tras cuatro días intensos, estoy muerto.
Y mañana, resucitaré.