Aprovechas para lanzar un soterrado bostezo con la manos cubriendo tu boca. Es verdad que ya son las 2 am y sientes un pequeño cosquilleo en la pierna, pero estás lo suficientemente despierto para ir al baño y despabilarte del sonido casi casi pegado a tu oreja, porque bien chico resultó el patio de improvisado escenario. Además, no tienes noción de cuántas chelas has tomado hasta ahora: un par o tal vez tres, no tratas de pensarla claro para no tener que hacer equilibrismos absurdos con tu cuerpo que se balancea.
Ya más consciente, después de miccionar y echarte un poco de agua a la cabeza, notas que algunos chicos se dirigen a la cocina y, para sorpresa tuya, están pidiendo jarras con agua. No entendí bien al inicio, hasta que vi que abrían los envases de gelatina y los vaciaban. Con la mezcla así realizada, la gente se empezó a poner aún más eufórica y a pedir el pronto retorno de la música: “estos jóvenes no conocen de la paciencia, sólo quieren disfrutar”.
Entonces, cogiste la chela que el Mooky dejó a un costado y la vaciaste sobre una jarra con la mezcla que te habían pasado para que te sirvieras. Al borde del llanto, exclamaste: “miren todos, esto es chelatina”; y probaste un sorbo de tu invención, y aunque el sabor era pasable, no parecías convencido del todo, así que disimulaste un gesto amplio de aprobación, y todos te siguieron en tu gesto, quedando asombrados que la gelatina Oasis pudiera combinar tan bien con la espirituosa bebida.
Apenas unos segundos después de tu exquisita payasada, el escenario otra vez está copado: ahora le toca a Wal y su banda demostrar que están a la altura del reto, y la entrada no puede ser más que elocuente. Los que hace un par de minutos seguían aturdidos quedaron eléctricamente cautivados con la melodiosa interpretación de Wonderwall, y tan fiel del original que los fans, enlazados por las manos en los hombros, empezaron a saltar y a chocar unos con otros:
[Because maybe
you’re gonna be the one that saves me
and after all
you’re my wonderwall]
Con sólo escuchar este último estribillo, y aún sabiendo que no puedes más, que tu cansancio ya te hace mella, que el sueño empieza a apoderarse de tus párpados, la locura de simplemente estar parado, o saltando, y cantando, vence todo lo esperado. El cielo comienza a clarear a medida que se acerca a las seis. En el olvido quedará que llegaste a tu casa y te dormiste hasta media tarde; en tu mente verás el momento que Wal aprovecha para hacer el fenomenal cierre al alba, en una “mañana de gloria en que necesitas tiempo para levantarte”:
[What’s the story morning glory
well
need a little time to wake up
wake up]