La puerta que cruzas (capítulo cuatro)

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(viene del capítulo anterior)

Alfredo se quedó asombrado al ver a Nicole. La adolescente de diecisiete años tiene un extraordinario parecido con su madre. Quizá un poco más alta, quizá un poco más hermosa. “Definitivamente es tu hija”, comentó Arminia riendo un tanto, haciendo que el ambiente se aligere. Lorena saludó a Nicole con una beso en su mejilla y le presentó a sus invitados.

La joven se dirigió de forma educada hacia la señora y su hijo. Arminia apreció la amabilidad de Nicole, mientras que Alfredo no dejó de mostrarse sorprendido. En seguida, ellos se sentaron mientras que Lorena fue a la cocina para traer los platos servidos. El almuerzo transcurrió de lo más tranquilo, matizado por las anécdotas de la señora.

Tras unas horas de entretenida sobremesa, los invitados decidieron que era hora de retirarse. Lorena les abrió la puerta y se despidió de ellos. Se excusó por Nicole, imaginando que había ido hacia el jardín interior. A poco de entrar en el auto, la joven apareció en la puerta de la casa. Se despidió de Arminia y, al llegar donde Alfredo, dejó un papel en su mano derecha. “Para que me llames pronto”, dijo ella con una sonrisa pícara.

(continuará)

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