La puerta que cruzas (capítulo cinco)

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(viene del capítulo anterior)

El auto avanzó sin prisa por la avenida. Arminia y Alfredo no se hablaron durante largo rato. Alguien pensaría que es porque se quedaron tan satisfechos por el almuerzo que no había nada más por decir. “¿Qué piensas de Nicole?”, preguntó finalmente la señora rompiendo el incómodo silencio. “Mamá, ¿qué quieres que te diga?”, fue la respuesta retórica y ambigua que lanzó el joven intentando zafar del momento.

Como se quedara callado, Arminia siguió con su avance: “Se parece mucho a su mamá. ¿La llamarás?”. “No lo sé, madre, sólo le acepté el papel”, fue la breve contestación de Alfredo. Como quiera que vio algo molesto a su hijo, la señora no insistió durante el resto del trayecto. Llegaron a su casa y Alfredo guardó el auto en el garage del primer piso.

Para cuando subió al segundo nivel, se encontró a su madre descansando en un sofá de la sala. “No te molestes conmigo hijo. Tú sabes que soy una persona que, tal como comenta una cosa, comenta de otra”, señaló Arminia como disculpándose por lo ocurrido. Alfredo aceptó las disculpas y dijo que  Nicole le parece una chica interesante. “Entonces, deberías llamarla”, comentó Arminia con mirada de agrado.

(continuará)

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