(viene del capítulo anterior)
Eduardo sale con toda pompa del castillo y empieza a revisar a la tropa, que ya lo está esperando desde hace una hora. Los soldados parecen mirarlo con harto recelo, hasta que Petreos se pone al frente y les ordena con dureza: “Hacia el frente, ¡avancen!”.
Las columnas del ejército salieron de la villa y comenzaron a asentarse sobre el terreno. Luego de unos minutos, alcanzaron el borde del bosque. El rey se sorprendió de que sólo un pequeño grupo de cincuenta rebeldes se encontrara para impedirle el paso. Eduardo le pide a la tropa que descanse y se acerca hacia Azul.
Los rebeldes observan con cuidado su actitud pero, a poco de ser alcanzados, dan media vuelta a sus caballos y cabalgan adentrándose en el bosque. Queriendo que no se le escape una victoria digna, el rey ordena a Petreos que lance los soldados a perseguir a los rebeldes. Se dirige al líder de la columna central y da la orden que avancen sobre los rebeldes.
Los caballeros de la columna central cabalgan en dirección a los fugados, lo cual anima a Eduardo a liderarlos, mientras que Petreos se queda esperando en la retaguardia con las columnas diestra y zurda. Eduardo y sus soldados se adentran en el bosque con poco cuidado y no saben por dónde avanzar. En ese momento, varias flechas empiezan a cortar el aire: ha comenzado la emboscada.
(continúa)