(viene del capítulo anterior)
Aunque los dos hombres se apresuraron en llegar a la casa del vecino, lo cierto es que una tormenta sobrenatural se desató dentro de la vivienda. Cuando quieren entrar por la puerta, ven el agua salir con mucha fuerza, impidiéndole poder derribarla. Utilizando más fuerza de la imaginada y, tras resbalarse varias veces, Yarek y Alfredo logran abrir la puerta y se adentran en la casa.
La sala está vacía y los focos apenas si alumbran el espacio inundado. “¡Alonso, Alonso!”, llama Alfredo a su hijo mientras avanza corriendo por las habitaciones. Por su parte, Yarek camina con mayor cautela, hasta que consigue escuchar un gruñido de oso. Se dirige hacia dónde proviene el sonido y encuentra al peluche tirado en el piso.
Yarek agarra el peluche, pero este no se mueve para nada. “¿Me buscabas?”, pregunta Muchek y se aparece como quería: posesionado del cuerpo de Alonso. A pesar de la sorprendente situación, el juguetero mantiene la calma y empieza a cantar una letanía en su idioma nativo. Alonso empieza a retorcerse de dolor y tiene que huir de allí para evitar desmayarse.
Alfredo llega donde está Yarek. Viéndolo muy cansado, le pregunta qué es lo que ha pasado. “Muchek se ha apropiado del cuerpo de Alonso: tenemos que salvarlo”, respondió el juguetero con dificultad y se sentó en el piso.
(continúa)