El misterio del atrapasueños

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Alfredo cometió el antiguo error de esperar a comprar el regalo de su hijo a última hora. Lucía, su esposa, le comentó que Alonso se encontraba emocionado por su próximo cumpleaños. Y Alfredo, aunque tenía presente la fecha, también se topaba con dificultades en su trabajo. Sin embargo, cuando en la mañana lo había saludado, él le prometió que le buscaría un juguete muy interesante.

Lo cierto es que, por más que intentó salir temprano de su oficina, se encontró con que las muchas tiendas estaban ya cerradas. Menos una. Al doblar por la esquina, una luz sobresalía en la acera izquierda. Estacionó el auto y se dirigió hasta la puerta de vidrio, donde golpeó con insitencia por varios segundos.

“Ya voy”, escuchó una ronca voz que retumbó en sus oídos. Un hombre de unos setenta años apareció caminando con dificultad, arrastrando su pierna derecha. Abrió la puerta y le preguntó al atribulado padre qué estaba buscando. “Busco un juguete para mi hijo”, respondió Alfredo y se lanzó a la búsqueda en los estantes.

(continúa)

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