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He olvidado el olor de las flores y el pasto fresco a mi alrededor.
He olvidado el firmamento gris y el viento que lentamente mueve tu cabello.
He olvidado la persistencia del sol por imponerse ante las súbitas nubes.
He olvidado la maravillosa vista que proponía el acantilado y también los rostros de los infantes que jugaban contentos.
He olvidado eso y mucho más, pero no he podido con el recuerdo de tu mirada y tu sonrisa, tu alegría y tu calor, tu ánimo y tu corazón.
Pues tu recuerdo es presencia que quita y da sentido a todo lo demás.