Comitiva en Jarumarca (capítulo nueve)

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(viene del capítulo anterior)

Camilo se agachó para guarecerse, pero ninguna de las balas iba en dirección hacia él. Más bien, observó conmovido cómo el pueblo se había rebelado ante los hermanos Sifuentes: dos de ellos yacían muertos en una esquina de la plaza mientras que el mayor, aún herido, era rodeado por toda la comitiva.

El pistolero se acercó al joven, quien trataba de incorporarse a pesar del sangrado en su pierna derecha. “Se terminó muchacho, entrega tu arma”, dijo Camilo extendiendo la zurda pero manteniendo la diestra cerca del revólver.

El joven entregó el revólver al pistolero, quien pidió a los presentes atenderlo para curarle la pierna. Camilo y Eleuterio se dirigieron hasta la casa Estrada. Fue hacia la habitación a arreglar su maleta. Eleuterio le pidió quedarse esa noche. “No hace falta primo”, respondió el pistolero y se dirigió hacia la salida.

(continuará)

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