Chronos se acercó hacia el fuego del oráculo y le explicó así: “Tengo un problema: una vez un hombre pidió un deseo, ser joven por siempre. Al hacerlo, abrió la posibilidad de crear humanos inmortales, privilegio reservado a los dioses. Quiero saber si acabaré con él”.
“Es raro verte, y mucho más aún verte dudar”, replicó Pitia con sarcasmo. Aun así, fue a buscar las hierbas mágicas, las que arrojó el fuego del oráculo, y cerró los ojos. Se acercó a aspirar los vapores emanantes durante varios segundos, luego de los cuales, abrió los ojos.
Mirando sin pupilas, la vidente le confesó al dios: “Una gran vida se perderá. Si quieres ganar, convoca a las Moiras. Ellas están prestas a ayudarte”. Luego de hablar así, Pitia cerró y abrió otra vez los ojos, volviendo a la normalidad. Chronos le dejó diez monedas de oro en el piso y salió de la misma forma que entró.