Y así fue. No pasó mucho rato más y lo hicieron pasar. Aunque hubiera sido lo mismo no ir: veinte minutos después salía por la recepción con el rostro algo desencajado. “Bueno, al menos valió el intento”, dijo Jorge acomodándose la corbata.
“De todas formas, lo tendremos en consideración”, respondió la recepcionista con tono de esperanza. “Gracias señorita…”, se despedía como esperando respuesta, a lo que ella contestó presta, “Áurea”. “ Gracias Áurea”, dijo Jorge con una leve sonrisa y salió de la habitación.
Áurea se quedó mirando el currículo unos segundos más, antes de depositarlo dentro de un sobre. En una de las esquinas del mismo escribió un código y, debajo del código, la palabra “urgente”. “Creo que ya tengo mi misión”, susurró y cerró el sobre.