La puerta que cruzas (capítulo dieciséis)

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(viene del capítulo anterior)

Alfredo abrió los ojos con dificultad. El impacto de su auto fue tan brutal que lo dejó muy adolorido. Permanecía echado en el lugar del accidente, mirando al cielo en busca de una respuesta.  Cerró los ojos de nuevo. Escuchó la voz de su madre que lo llamaba por su nombre.

“¡Estás aquí!”, exclamó abrir los ojos y mirar a Arminia. “Lo siento, pensé que estaba lejos”, dijo el joven mirando a esa imagen transparente que apareció ante él. La imagen de Arminia le extendió su brazo y le invitó a alejarse de aquel lugar.

Aquella noche, Lorena recibió una llamada. Era Arminia preguntando si había visto a su hijo. Lorena contestó que no, que ya hace varios días que no lo veía. Arminia cortó la comunicación pero Lorena se quedó con la duda. Intentó llamar una y otra vez a Alfredo. Nunca contestó. La culpa y la desesperación se apoderaron de su corazón.

(continuará)

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