La puerta que cruzas (capítulo quince)

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(viene del capítulo anterior)

Tres horas después, Lorena y Alfredo salieron con la misma discreción con la que llegaron a aquel sitio. Subieron al auto y Alfredo manejó hacia la casa de Lorena. Faltando dos cuadras para llegar, ella se colocó los lentes oscuros y le pidió que pare en la esquina. El joven accedió y la señora bajó del auto, no sin antes besarlo suavemente en la mejilla.

“Hasta luego muchacho”, dijo ella y caminó por la vereda. Alfredo se retiró en dirección hacia su casa. No sabía realmente si sentirse bien o mal por lo sucedido. En cierto modo, tenía una sensación de oportunidad de ser cortejado por una mujer mucho mayor que él. De otro lado, sin embargo, está la sensación de haberle fallado a la confianza que Nicole puso en su corazón.

Angustiado por aquellas voces internas, decidió ya no ir a su casa y avanzó con su auto hacia una autopsita cercana. Aumentó la velocidad de su vehículo para que esas voces se alejaran. En aquel momento de voluntaria relajación, unas luces muy brillantes aparecieron en dirección opuesta y lo cegaron.

(continuará)

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