Viajero en la noche (capítulo diez)

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(viene del capítulo anterior)

Aún aturdido por lo ocurrido, Memo alistó su ropa en la maleta sin mucha demora. Bajó hacia el estacionamiento y se quedó esperando que su jefe aparezca con el auto. Y aunque Aníbal llegó con el conductor del auto a la hora acordada, Memo sintió como si esperase años parado al costado de una columna.

“¿Por qué has esperado tanto? Sube ya”, dijo el jefe todo imperativo. Memo se despertó de su distracción y entró en el coche. En el asiento de atrás, la ansiedad lo carcomía. Mientras tanto, la noche se le hacía corta a Aníbal. De hecho, le ordena al conductor que vaya más rápido, que van a perder el avión. Sin prestar atención a Memo, enciende un habano para disipar su mal humor.

Llegados al aeropuerto, tomaron las maletas como pudieron y se dispusieron a subir al avión, ya que eran los últimos pasajeros en llegar. “Cambia esa cara, que ya nos vamos”, le dijo Aníbal muy confiado al ver asustado a su empleado. Memo no dijo nada y decidió cerrar sus ojos y virar al otro lado del asiento para no hacerle caso.

(continuará)

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