(viene del capítulo anterior)
Jadeando por el esfuerzo, César llegó a la puerta del departamento de Camila. Se dio un momento para recuperar el aire y luego tocó el timbre. Sin embargo, ella no estuvo cuando se abrió la puerta. Mas bien una señora cuarentona se plantó frente a él.
César preguntó qué había pasado con Camila. “Disculpe joven, pero mi sobrina tuvo un problema familiar y salió de urgencia”, señaló la señora brevemente y le dio un papel. En este, había un número de teléfono para que la pudiera llamar.
César agradeció a la señora por el mensaje y se retiró al paradero. Prefirió no llamar ese día, seguro que Camila no le respondería. “Será mejor mañana”, dijo para sus adentros. Espero en el paradero hasta que llegó el bus, al que subió lentamente y con cierta decepción.
(continuará)