(viene del capítulo anterior)
Sofía llamó a su amiga para decirle que pasaría a recogerla a su casa en taxi “como a las nueve”. Mónica aceptó y decidió alistarse con tiempo para no hacerla esperar. Ya vestida para la ocasión, y sentada sobre el sofá de la sala, ella esperó que ella apareciera por la puerta.
Al final esperó más de una hora y, para cuando tocó el timbre y miró por la ventana, vio que Sofía no había llegado sola: un apuesto muchacho la acompaña. “Hola amiga”, la saluda la recién llegada con harta efusividad y le pregunta a continuación, “¿te acuerdas de Pedro?”.
Y Mónica sintió que el mundo se le venía encima: Pedro fue su “ilusión de cole”, aquel chico con quien siempre le había gustado estar pero que, por su entonces notoria timidez, no logró hablarle. Y ahora él está parado en su puerta, y Pedro la saluda con mucha alegría.
“Me alegra verte después de tanto tiempo”, reconoció Pedro con una sonrisa. Mónica no pudo pensarlo de otra manera: quizá éste era el momento de su segunda oportunidad.
(continúa)