(viene del capítulo anterior)
Aquella noche, Jorge no sabía cómo vestirse. Cuando estaba con Nati, siempre sabía que debía estar bien elegante aunque solo fueran a comer un par de hamburguesas del chino de la esquina. Ahora, la duda entre la camisa negra y la casaca o el polo manga larga y la capucha gris se le hacía un mundo.
Como volviendo a una etapa rebelde, el polo y la capucha se combinaron con un jeans rasgado y zapatillas de lona. Llegó a las nueve y cuarto y, como no vio a Roberto todavía, encendió un cigarrillo que traía en uno de sus bolsillos. Poniéndose a pensar que quizá ir allí fue un error, arrojó el cigarrillo ya consumido al suelo.
Pero no tuvo opción: cuando volteó su mirada, miró a Roberto venir por el otro lado de la Alameda Santiago. Una sonrisa brilla en la cara del muchacho, quien viste tan informal como él. “Hola Jorge, ¿qué hacías?”, le preguntó cuando lo tuvo cerca. Jorge también sonrió y le invitó un cigarrillo.
Una vez prendido el pitillo con su encendedor, y tras un par de bocanadas, ambos empezaron a caminar en dirección al boulevar. “¿A dónde exactamente me llevas?”, quiso saber Jorge mientras se paraban en la entrada de una discoteca: Freedom. “Un lugar nuevo”, respondió Roberto y ambos ingresaron.
(continúa)