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Hoy como hace cinco años
entro a mi sencillo cuarto,
que tan ordenado parece
y al cual algo le falta.
El retrato de una mujer
a medio colorear,
redescubro en una esquina
y vuelvo a recordar.
Eras tú que me veías
con ojos de musa,
con actitud de diva
y con sonrisa divina.
Eras tú quien se prestaba
a reflejar mis fantasías,
impulsando mis deseos
que en el lienzo se imprimían.
Hasta que te fuiste,
ese día que no viniste,
que no supe ni cómo ni por qué
mi alegría no quisiste.
Y hoy veo ese lienzo,
ese retrato que no me hace falta,
lo saco fuera, lo aviento
para que se pierda en la nada.