(viene del capítulo anterior)
A pesar de ser un sueño, el dolor que siente Nico es intenso. Más aún porque las imágenes se desvanecen y no quiere dejar solo a su moribundo amigo. “Recuérdalo: esto ya pasó”, dijo la voz de José a su alrededor. En cierto modo confortado por esas palabras, Nico se preparó para lo que venía a continuación.
Se encontró frente a un lugar que le pareció familiar. Así era, es la casa de Sergio. Está tocando el timbre y luego su amigo le abre la puerta. Salen a caminar por allí y hablan sobre su próximo cumpleaños, que está muy cerca. “No sé dónde lo celebraremos, pero espero que sea muy chévere”, responde él contento y le dice que está más que invitado.
En ese momento, Nico miró hacia el caminante que venía por la vereda. Y esta vez tampoco le quedó dudas: era Dante quien se acercó a ellos y pasó por su costado. Nico se detuvo de pronto. “¿Pasa algo?”, preguntó Sergio. “No nada”, respondió el joven y le dijo que ya se iba a su casa.
Se despidieron y Nico avanzó hasta el otro lado de la calle. Ni bien terminó de pasar, se escucharon un par de balazos. Su primera reacción fue tirarse al suelo. Luego de unos minutos de sentirse ya seguro, miró hacia el otro lado de la calle: una persona yacía echada en la vereda. Al ver que era Sergio, corrió hasta su encuentro pero era tarde. Sus ojos ya no lo veían.
(continúa)