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Si me fuera más fácil
permanecer de pie ante ti,
procurando escucharte
con los oídos bien atentos.
Pero no lo creo, no espero,
no existe ordinaria razón,
tan sólo un par de excusas
que me hacen alejarme
sin poderte escuchar.
Y hoy veo mi sofá vacío,
ese mismo en que una tarde
abandonada te dejé
por buscar un sueño.
Hoy lo miro de nuevo
con tanta tristeza,
añorando vitales momentos
que no sucederán.