Tiempo de venganza (capítulo dos)

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(viene del capítulo anterior)

El primer indicio que tuvo sobre Ricardo sucedió el día que lo convocó para otorgarle el puesto de analista. Muy cansado por las obligaciones del día anterior, Eduardo se quedó dormido apenas entró en su cama.

Para cuando despertó, notó que eran las nueve de la mañana. “¡Despertador inútil!”, se enojó el oficinista con el reloj que reposaba en su mesa de noche. Luego de ducharse y vestirse, comprar un sándwich con su café al paso y recoger el periódico donde la secretaria.

“El señor Cornejo lo espera en su oficina”, le dijo ella, informándole que se encontraba allí más de una hora. Eduardo entró algo desesperado, sólo para ver al recién contratado leyendo unas páginas dentro de un folder. “Son mis referencias”, se apresuró Ricardo en contestar y le alcanzó el folder.

“Pensé que ya lo habían ubicado”, afirmó algo sorprendido Eduardo. Ricardo le comentó que la secretaria no tenía esa información y que por eso lo había derivado al despacho. “Está bien”, le mintió Eduardo mientras salía con él para mostrarle su nuevo módulo.

Una vez que lo presentó y lo dejó haciendo sus labores, Eduardo regresó a su oficina y se puso a observar en detalle sus archivadores y su escritorio. Aparentemente, nada hacía notar que le faltase algo.

(continúa)

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