“Imagino que viene a ver las pruebas de vida extraterrestre”, dijo Baker con singular ingenuidad. Colotto casi que ignoró el comentario: “querrás decir, la huella radioactiva de los cristales”. Incrédulo, el investigador vio cómo Alejandro le entregaba al capitán otro informe sobre los cristales hallados.
“Una fuente nueva de energía… ¡Excelente!”, señaló Colotto con cara de codicia. Por primera vez en mucho tiempo, Baker sintió que debía decir algo. “Capitán, con todo respeto, hay que hacer más estudios al elemento”, se opuso con sinceridad y fuerza.
“Por supuesto: estudios financieros y de mercado… pero la ganancia está asegurada, ¿no es cierto?”, retrucó Colotto y salió de la sala con una gran sonrisa. Decaído, el investigador apoyó las dos manos sobre una de las mesas. La explotación del cronofobio y la sustancia siete lo preocupaba sobremanera.
“Traté de ocultarle al capitán la radioactividad pero él huele mi miedo”, se disculpó Alejandro mirando de reojo a Baker. El investigador no se amilanó por las intenciones de Colotto: “aún quedan dos días, sigamos estudiando los cristales”.