Ecos desde Rasunia (capítulo dos)

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(viene del capítulo anterior)

Colotto termina de felicitar a cada uno de los operarios de la maquinaria por su “eficiente labor”, mientras Baker apoya en el traslado de las muestras hasta su habitación. Una vez dentro, el científico abre la bolsa y toca los violetas pedazos del elemento. Lo siente muy frío y, además, parece percibir una débil resonancia por la fricción de sus manos.

Intrigado, busca entre sus cosas una lupa para observar mejor: descubre una serie de finos surcos que recorren la superficie de la extraña materia. Baker le preguntó al ayudante si esa misma resonancia la percibieron al extraerlo. “Sí, fue intenso”, confirmó al joven, agregando que sintió pavor que el submarino se fuera a destruir.

No había terminado de contar su experiencia, cuando Colotto irrumpió en la habitación. “Vuelve a tu trabajo”, señaló con tono agresivo, y el joven se retiró amedrentado de allí. Colotto cerró la puerta y miró ambicioso la materia violeta. “Profesor, ya estamos listos para examinar el tesoro”, afirmó el submarinista en tono lúgubre.

Baker le replicó diciendo que no se examinaría el material hasta que esté en tierra firme. “Lamento decepcionarlo profesor, pero en la sala de reuniones encontrará los instrumentos que necesita. Tiene tres días”, sonrió Colotto maquiavélicamente y salió dejando a Baker en total incertidumbre.

(continúa)

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