Paciente en la habitación 21 (capítulo nueve)

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(viene del capítulo anterior)

Laura se dirigió al hospital en medio de esa noche para escuchar directamente de Luis aquellas voces que resonaban en su cabeza. Ni bien entró, sintió una extraña sensación: las luces de los pasillos estaban encendidas a pesar de la claridad de esa noche, pasillos iluminados pero completamente vacíos.

Tratando de dominar esa sensación, caminó por el pasillo hasta la habitación 21. Entró allí y dirigió su mirada hacia la cama. Grande fue su sorpresa al descubrir que tan sólo una ligera sábana cubría el colchón. Miró alrededor: Luis no estaba ahí.

Laura salió al pasillo. “¡Enfermera, enfermera!”, gritó por ayuda al no saber qué había ocurrido con su enamorado. El silencio de aquel vacío pasillo fue la única respuesta que recibió. La melancolía y la tristeza la invadieron.

Se recostó sentada contra una de las paredes, y comenzó a llorar su desgracia. “No llores niña, estoy aquí dentro”, la voz de Luis la llamó desde la habitación. Ella se preguntó cómo podía ser eso posible si ya había visto que no había nadie.

Se secó las lágrimas y entró en la habitación. Luis se encuentra dentro y la mira con cara triste. Laura se acerca y lo abraza. “Amor, añoré tanto estar así”, le dijo ella y le besó en los labios. “No quiero que te vayas”, le dijo él al abrazarla con mucha fuerza.

“No seas tonto, no me voy a ir”, se reafirmó ella en su opinión. “Veo que aún no lo entiendes”, señaló Luis, colocando sus manos sobre la frente de Laura. Al instante, ella sintió un fuerte mareo y se desmayó.

(continúa)

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