El detective López se hizo el desentendido mientras bebía un sorbo de su botella. Se disponía a mirar de reojo otra vez, cuando sintió una mano tocarle con suavidad su hombro. “¿Estás solo?”, preguntó aquella voz cantarina que tan bien le habían descrito.
“Sí, vine solo”, respondió él mirándola, sólo para confirmar la tez oscura, el cabello negro y la hermosa figura de su interlocutora. “Io sono
Lorena…y ¿cuál es il tuo nome?”, preguntó ella en esa mezcla entendible de italiano y español.
“Io sono Javier”, respondió el detective tratando de imitar el acento y preguntó a continuación, “¿qué hace una italiana lejos de su tierra?”. Ella le contó, en un inteligible castellano, que se encontraba de viaje entre varios países, haciendo turismo y buscando aventuras.
“Y conociendo amigos”, comentó López, a lo cual ella se rió con suavidad. “Solo de una notte”, le respondió Lorena indicando a los dos jóvenes de su mesa y refiriéndose a López aseveró, “ma può cambiare idea”.
Esto animó a López quien, al ver que ella se había pedido unos tragos, se le adelantó y se los pagó. “Grazie… vediamo dopo!”, agradeció Lorena y le estampó un beso muy cerca de la boca. “Eso fue intenso”, comentó el detective mientras la veía alejarse con acompasado caminar.