Joel inicio el camino por la larga escalinata hasta llegar a una pequeña explanada. El viento se volvió extraño en su movimiento. El joven eterno se paró en el sitio y, entre aquel vaivén, logró escuchar susurros: “No sigas adelante, será tu fin”.
“No me intimidas”, gritó con mucha fuerza. El viento se calmó, cesaron los susurros. Una vez que el panorama se limpió vio a tres figuras negras que, a medida que se acercaron, tomaron forma humana. Una era un niño, otra un joven y la tercera, un adulto.
Joel se sorprendió al ver que los tres tenían algún parecido físico con él. “Somos los tres fantasmas de las edades”, le dijo el menor de ellos, “hemos venido a decirte que tu vida debe seguir su curso natural”. Él le preguntó que harían si se negaba. Un fuerte dolor en su cabeza comenzó a someterlo.