Recuerdos de la oscuridad (capítulo tres)

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(viene del capítulo anterior)

El anciano comenzó su relato: “Cuando era joven, recorrí la sierra agreste de este país, no como comunero ni como agricultor. Sino como un asesino: cargaba mi fusil junto con varios hombres, entraba a pueblos para robar ganado y, si alguien se me oponía, no tenía miedo en disparar.

Un día, sin embargo, mi suerte cambió por completo. Caminando por un camino de tierra, me topé con un niño que pastoreaba unas ovejas. Le entró un poco de miedo pero logré convencerlo de que me guiara hacia su pueblo, el cual llamaba La Abundancia.

Las gentes del pequeño pueblo celebraban gozosas la fiesta patronal. La banda de música, los bailes, las travesuras, todo cesó de pronto cuando mis hombres y yo entramos disparando al aire. “Alto”, grité para que nadie corriera, “le meteré un tiro al próximo que escape”, y sin más espera ellos rodearon la plaza.

(continúa)

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