Al otro lado del reino, Yendrá espera perplejo. Informado por su legión de espías, Yendrá, proclamado Señor de Saut y Oráculo Sagrado, recibe el ultimátum de Menteuté así como la noticia de la aparición de Yilal y “el viajero”. A su sombra Nerjad, su consejero y el poder detrás de su trono, se reúne con él en uno de los salones de su templo.
“¿Será posible que pueda cambiar la historia?”, se interroga el señor de Saut, mirando fastidiado el horizonte. Sabe bien que sus predicciones son farsas, farsas que supo “explicar” para convencer a la gente de Saut. “No te preocupes, mi señor”, lo tranquiliza su consejero, “es tan sólo un inútil forastero”.
“Un mes, tan sólo un mes”, se repite Yendrá mientras se arranca varios de sus cabellos. “Tengo un plan para acabar con tus temores”, afirmó Nerjad y se agachó para reverenciarlo. Pero el señor de Saut lo sostuvo, lo miró a los ojos y le ordenó: “Ejecútalo ya”.