Joel consideró que era mejor que se vieran en su depa, para tener mayor privacidad y ningún sobresalto. Sofía aceptó y la mañana siguiente estaba en la puerta del lugar. Se sorprendió que el color de las paredes fuera el mismo que recordaba.
“Adelante”, la invitó a pasar Joel luego que abrió la puerta. Para Sofía, era como si el tiempo se hubiese detenido: cada cosa que veía o tocaba, le evocaba aquella época de su “amistad con derechos”.
Pero antes que sintiera de nuevo esos sentimientos, ella se puso firme y le repitió que era necesario que se vaya. Y él le reiteró que no lo iba a hacer, que se iba a quedar. “¿Por qué haces esto?”, preguntó Sofía empezando ya a desesperarse. “Porque volví por ti”, señaló Joel tajante.
A ella no le gustó la respuesta y trató de darle una cachetada. Sin embargo, él fue más rápido y sujetó su muñeca; ella intentó con la otra mano y él también la sujetó con el otro brazo. Comenzaron a forcejear hasta que él la llevó contra una de las paredes.
No se contuvo y comenzó a besarla. Sofía se resistió un poco al comienzo pero, llevada por esa vieja pasión que dormida aún vivía en ella, comenzó a acariciarlo. En ese momento sonó el timbre. Joel se acercó a ver por la mira: era Alexia quien esperaba del otro lado.