Archivo por meses: octubre 2010

Entre Emi y Rodri: una chica llamada Giuli (final de temporada)

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(viene del capítulo anterior)

Rodrigo trató de controlar sus nervios: “Sólo fui a la casa de un amigo”, le dijo para tranquilizarla. Volteó para llamar un taxi y entonces Giuli la vio. Vio aquella mancha de labial que se había quedado impresa en el cuello de la camisa de su enamorado. Ella fue sutil y le preguntó de pronto cuál era el nombre de su amigo.

“Fernando”, dijo Rodrigo con el rostro algo sudoroso. “¿Y a tu amigo también le gusta besarte?”, le preguntó mientras le señalaba la marca del labial. “Ok. Se trataba de Emilia. Ella…”, y no había siquiera empezado a explicar el evento cuando una sonora cachetada retumbó sobre su mejilla izquierda.

Él se tomó la zona dolorida y quiso continuar con su excusa: “A ella le robaron, y yo…”. “ No, no quiero escucharte más”, gritó Giuli, poniendo sus manos sobre sus orejas. “¡Lárgate!”, fue lo último que escuchó decirle mientras se subía al taxi. Revisando sus bolsillos, descubrió que apenas si le quedaba para esa última ruta. “Y pensar que nos iríamos a una discoteca. ¡Qué roche sería!”, reflexionó tocando otra vez su mejilla.

(continua en la nueva temporada)
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Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010

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“Por la cartografía de las estructuras del poder y las aceradas imágenes de la resistencia del individuo, su rebelión y derrota”

Con estas palabras, la Academia Sueca anunció al mundo el otorgamiento del Premio Nobel de Literatura a Mario Vargas Llosa (MVLL), nuestro ilustre escritor. Dicho galardón, al que había sido voceado tantas veces pero que el fue notoriamente esquivo durante años, le será entregado justa y finalmente este 10 de diciembre. De esta manera, también termina el morbo sobre su ideología política para negarle el Nobel, toda vez que se ha concentrado su mérito en el conjunto de su obra literaria.

MVLL, en el plano intelectual, ha desarrollado los distintos tipos literarios como el ensayo, el teatro y, sobretodo, la novela, de la cual tenemos ejemplos elocuantes como “La tía Julia y el escribidor”, “La ciudad y los perros”, “La Casa Verde”, “Conversación en La Catedral” y “La guerra del fin de mundo, acaso su libro más ambicioso en el propósito de encontrar “la novela total”.

En el plano político, MVLL representa esa “rara avis” del escritor comprometido con su tiempo y realidad social, no sólo en lo concerniente a lo peruano sino también en el ámbito mundial. Otrora admirador de la Revolución Cubana, ideas de las que renegaría luego por la opresión del régimen castrista, Vargas Llosa separa su ideal de libertad de su credo político y denuncia los gobiernos dictadoriales, tanto de izquierda como de derecha, así como las injusticias sociales subsistentes.

Por mi parte, sólo queda comentar que, al margen de cualquier discrepancia ideológica, desde este blog saludo fervientemente la premiación de la obra voluminosa, exuberante, humorística y muy humana de Mario Vargas Llosa, que no es una simple luz sino un alto faro que guía y guiará las nuevas generaciones de escritores peruanos y latinoamericanos. Sigue leyendo

Proyecciones macabras (capítulo dos)

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(viene del capítulo anterior)

Eduardo se mantiene a corta distancia. Ante sus ojos, una mujer joven e indefensa es apuñalada por una sombra que se desvanece en medio de la noche. Trata de auxiliarla pero llega cuando ella ya ha exhalado su último suspiro. Cierra sus ojos y se dispone a buscar a alguien. Es entonces que escucha una voz: “Espera”.

Él voltea pero no hay nadie más alrededor. Nadie, excepto por el cadáver de la recién asesinada. Se acerca hacia ella. No tiene pulso ni siente su respiración. ¿Podría haberse equivocado? Se acerca más su cara para verla con más detenimiento. Los ojos de la asesinada se abren de súbito: “tú lo conoces”.

Eduardo despertó en medio de un sudor frío, a pesar de la cálida temperatura en el ambiente. Decidió ir al baño y, a pesar de ser las tres de la mañana, darse un duchazo, sólo para poder pensar en esta pesadilla recurrente desde hace unos días. “¿Cómo es que conozco a una sombra?”, susurró mientras las gotas caían por su pelo…

(continúa)
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Entre Emi y Rodri: una chica llamada Giuli (capítulo ocho)

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(viene del capítulo anterior)

De primera impresión, Rodrigo no cogió el móvil. Sin embargo, la insistencia del timbrado le hizo contestar el celular: “Rodri, ¿dónde estás?”, escuchó del otro lado de la línea. No había dudas. Era Giuli quien, con tono preocupado, le preguntaba por su paradero. Él volvió súbitamente a la realidad y recordó la salida programada.

“Ok… no te preocupes, ya voy en camino”, dijo para tranquilizarla mientras se arreglaba el polo y se colocaba encima la casaca. “Espera”, le dijo Emilia, dispuesta a robarle otro beso. Inesperadamente, se topó con unos labios insensibles como madera. “Estudiamos otro día”, fue lo único que respondió enfáticamente al salir por la puerta.

Encontró otro taxi, subió y se quedó mirando hacia la nada por la ventana. “En qué estuve pensando”, se recriminó a sí mismo mientras pagaba con un billete el viaje hasta la casa de Giuli. De hecho, cuando llegó, ella ya lo esperaba en la entrada unos cinco minutos. Rodrigo trató de besarla con normalidad pero un leve temblor se convirtió en desconfianza: “Y bien, ¿de dónde vienes?”, se mostró inquisitiva su enamorada…

(continúa)
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El faro del abismo (capítulo siete)

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(viene del capítulo anterior)

Anselmo recordó, entonces, aquella vieja leyenda en la que los dioses crearon un faro bajo el cual las aguas del mar se separaban, poniendo al descubierto un abismo sin luz a donde caían los enemigos de siete reinos cercanos. Nersune era uno de ellos: Ireneo, su rey, recibió aquellos artefactos, los ojos de Endevia, para guiar a los condenados a su fatal destino.

“Mira a tu alrededor”, gritó otra vez Zenón, indicándole a su segundo la condición de los demás marinos: borrachos, mareados, apenas pudiendo sostenerse. “Ellos son mi tripulación y merecen ser castigados”, dijo el viejo marino con aire de tribulación, “pero, sin ellos, no quiero navegar más”.

Anselmo se sorprendió con estas palabras: Zenón está decidido a morir con ellos, aún cuando no hubiera cometido delito alguno en Nersune. “Entonces, yo también los acompañaré”, afirmó Anselmo resoluto.

– Sabes bien que no hiciste nada malo.
– Eres mi capitán: si no estás tú, tampoco quiero navegar.
– Bien. Ayúdame con esas sogas.

Anselmo fue a recoger las sogas que le indicó Zenón. El viejo marino aprovechó que él estaba desprevenido y le asestó con un mazo un fuerte golpe en la cabeza. Inconsciente, Anselmo fue colocado por Zenón en un bote de madera, el mismo que el viejo marino empujó en un último esfuerzo para alejarlo de la ruta del navío. “Adiós viejo amigo”, susurró Zenón mientras la embarcación se inclinaba sobre el abismo…

(continúa)
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