Proyecciones macabras (capítulo cinco)

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(viene del capítulo anterior)

“Y no tenía a dónde huir, a dónde escapar. Aterrada, entre la espada y la pared, se aferró hacia las puertas encadenadas. Entonces sintió un dolor intenso en el abdomen. Malherida, miró a la sombra que la apuñaló, esa sombra que se desvaneció mientras su vida se apagaba”, terminó Guillermo su relato en medio de unos tibios aplausos del profesor Sotomayor.

A continuación, preguntó a los alumnos quién sería el siguiente en exponer su composición. “Raro”, le comentó Eduardo a Susana en voz baja, “Guillermo ha contado con tal intensidad el asesinato, que es como si lo hubiera vivido”. “Dedícate a leer el periódico”, le respondió el aludido, dejándole un ejemplar del diario de ayer.

Se sorprendió de ver el título de la noticia: “Mujer muere a la salida de un callejón”. Los detalles narrados eran muy fieles a su visión del sobrenatural crimen. “Sin testigos, arma homicida ni rastros de ADN, la policía no puede concluir el caso”, reza la última línea del sombrío párrafo. “No puede ser”, exclamó indignado. “¿Qué es lo que no puede ser?”, lo escuchó el profesor.

– Nada.
– Con que nada, ¿eh? A ver, presente su composición.
– Lo siento. No la tengo.
– ¿No la tiene o no la hizo?

“A lo mejor no la tiene, profe, quizá se la llevó ‘la sombra’”, se burló Guillermo de él, provocando atronadoras carcajadas en el salón…

(continúa)

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