Ayer, tras mucho meditarlo, la familia del joven obrero Alberto Carrera Castro tomó la dolorosa pero necesaria decisión: amputarle las piernas atrapadas por los bloques de cemento de una ilegal construcción en Barrios Altos para sacarlo con vida. La obra para un amplio almacén había sido clausurada el pasado 11 de febrero, pero el ingeniero responsable hizo caso omiso de la notificación.

El joven obrero, que trabajaba sin medidas de seguridad y que se mantiene en estado crítico, sobrevivió a una primera operación pero será sometido a una segunda íntervención quirúrgica en la madrugada. Lo peor de todo esto es que no es primera vez que ocurren lamentables accidentes en obras donde brillan las constructoras por su informalidad, pero también las autoridades en su desidia por hacer el adecuado seguimiento para que sus resoluciones se cumplan.