Parecía otro sábado cualquiera para María Paola Vargas Ortiz, 25 años, contadora. Salía de su casa a encontrarse con unas amigas pero nunca llegó a su destino. Un grupo de hinchas de Universitario que se dirigían al estadio Monumental subió a la misma coaster donde ella viajaba. Vargas quiso entonces bajar y terminó golpeándose la cabeza en el pavimento, con un severo traumatismo que provoco su deceso al día siguiente.
Si bien la Policía maneja la hipótesis que uno de los barristas la empujó deliberadamente fuera del carro, estos se han defendido dando distintas versiones de aquella trágica tarde sin poder corroborar sus testimonios. Sin embargo, los amigos de la fallecida no han decidido esperar y a través de un grupo creado en Facebook esperan recibir información que lleve a la captura de el o los asesinos que, vestidos de hinchas, cegaron la vida de una persona que nada tenía que ver con sus problemas.
La indiganación de la ciudadanía es totlamente justificada. Las personas tenemos derecho a vivir de forma tranquila y, más aún, si nos mantenemos al margen de pasionales fanatismos como el que demuestran los criminales de esta joven. Que lo sucedido con María Paola sirva de reflexión a estos barra bravas, que seguramente también tienen padres preocupados por su salud cada vez que salen. Que este sea el punto final de esta violencia instintiva y homicida que afecta a toda la sociedad.