Tras el primer partido de una noche inolvidable, en el cual el equipo sub 17 de vóley femenino se impuso -no sin cierto sobresalto- ante China, campeón defensor,la sensación del “sí se puede” se hizo una constante a partir de las diez y media de la noche. Ahora, tras una segunda fase honrosa en la que, a pesar de quedar fuera de las semifinales, las chicas demostrarron garra y coraje para sobreponerse y llevar al combinado patrio a un buen sitial en el Mundial de Tailandia.
De los partidos disputados, tres de ellos tuvieron que definirse en un quinto set, resultando dos de ellos en derrota (ante Turquía y Serbia, potencias europeas) y el último en victoria ante Japón. Si alguno de esos partidos perdidos hbuiese resultado a favor de nuestras muchachas, en especial ante las serbias, probablemente todo el país estaría completamente ilusionado; sin embargo, la emoción desbordante y el insuficiente estado físico para resistir el trajín fueron factores determinantes para que hoy la blanquirroja no esté entre los cuatro primeros del mundo.
De todas formas, comparado con el anterior torneo de la categoría y con el plus de haber vencido al gigante asiático, el equipo peruano ha demostrado su valía para grandes cosas. El merecido elogio para el entrenador Hernán Artieda, la capitana Vivian Baella, y las demás integrantes del elenco peruano que ya se ganó un lugar en los corazones de todo el país por su inmenso esfuerzo y sacrificio.