Semana Santa según Cristo

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Domingo de Ramos…

Entro en Jerusalén
bajo un camino de palmas
la ovación espontánea
me recibe como a un rey.

Mesías, Mesías
me vitorean todos,
con paso firme avanzo
entre la multitud que es mi grey.

Jueves Santo…

Esta cena que hoy les invito
es la última que compartimos,
pues pronto la traición llega
en forma de hombre cercano.

Mas beban y coman
este pan y este vino,
que es mi cuerpo y mi sangre
que serán entregados.

Viernes Santo…

Tras la condena del pueblo
y la lavada de manos,
los romanos al suplicio
me han enviado.

La cruz que he cargado
me sostiene ahora sin reparos,
la corona de espinas y tres clavos
aumentan este dolor intenso.

Los fariseos me denostan:
“a otros ha salvado
y no se puede salvar”,
“que baje de la cruz
y nosotros creeremos”.

Aunque en mi tormento yo diga:
“Eloí, Eloí, lamá sabactani”,
cumplo con mi promesa, oh Padre,
“hágase tu voluntad y no la mía”.

Domingo de Resurrección…

He despertado con esta luz
que radiante me anima,
es mi Padre quien me llama
a que el sepulcro abandone.

He vencido a la muerte
y mis heridas están curadas:
la túnica blanca visto,
a mis discípulos voy a buscar.

Alegrense todos y mirenme bien,
soy cuerpo vivo y no una visión,
y les hago la promesa
“que hasta el fin de los tiempos
con ustedes estaré”.

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