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Aportes para la historia del Hospital Domingo Olavegoya de Jauja
Era necesario que a más de un siglo de ocurrida su muerte en Jauja (1906), la comunidad nacional en general y jaujina en particular, exprese a esta distinguida señorita las gracias por haberle posibilitado al país –paradógicamente con su muerte- la construcción y funcionamiento de un sanatorio para enfermos de tuberculosis en Jauja, que en todo el siglo pasado sirvió para el tratamiento de miles de pacientes que sufrían esta temible enfermedad.
Como refiere nuestro nuevo y fraterno amigo, Miguel Osterling Álvarez-Calderón, a la sazón pariente de Domingo Olavegoya Yriarte y sobrino-nieto de Leonor, la historia es larga y hasta casi novelesca. Antes de describirla es necesario hacer algunas aclaraciones al post publicado, en este mismo blog, que titulé Domingo Olavegoya Yriarte. Allí, casi al final transcribo parte de un texto que se publica en el libro “Imágenes históricas de la medicina peruana” de José Neyra Ramírez, publicado por el Fondo Editorial de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, y en el que, equivocadamente, se dice que la menor que falleció en la Plaza de Jauja era la hija de Domingo Olavegoya Yriarte (fallecido en 1916):
“…Domingo de feria, domingo de faldas chillonas y gritos citadinos con aires de campo… estamos en la plaza de Jauja de los años 20.
Gruesos eucaliptos y sauces llorones dan su nota de frescura al sofocante calor del mediodía en la plaza principal de Jauja. Los vecinos notables lucen trajes domingueros y se dejan estar entre el pórtico de la Catedral y la Glorieta. Conversan, pasean, se cuentan la última.
De pronto la calma se quiebra con un grito… Una niña, pálida como el vestido blanco que lleva puesto, cae sobre la vereda. Tose, tiñe su pañuelo y tiñe la vereda gris… la gente la mira sorprendida y un hombre acude desesperado. Unos minutos después expira la niña y su padre llora desconsolado.
Ese hombre, llamado Domingo Olavegoya, acaudalado comerciante limeño había traído a su hija con la esperanza de que sanara. Ahora la tenía entre los brazos, como una paloma blanca herida a medio vuelo… sin vida.
Domingo Olavegoya bendijo esta tierra. A esta Jauja que le trajo cuando menos un rayito de esperanza para su niña y en agradecimiento construyó el sanatorio que lleva su nombre…”
Pues bien, la verdad es que esta menor era Leonor Álvarez-Calderón Olavegoya, sobrina del gran benefactor e hija de su hermana Clarisa Olavegoya Yriarte, pues es sabido que Domingo Olavegoya no tuvo hijos en su matrimonio con Maria Lacroix Aliaga. Segunda aclaración: el texto aludido ubica el relato en el año 1920 y la verdad es que Leonor Álvarez-Calderón Olavegoya, llamada también cariñosamente en su familia como Nelly, murió el año 1906.
Lápida de Demetrio Olavegoya y Manuela Yriarte de Olavegoya, padres de Domingo Olavegoya Yriarte, ubicada en el Cementerio Presbítero Maestro de Lima.
Ahora bien, para aclarar la historia de Leonor Álvarez-Calderón Olavegoya, nos remontamos a sus abuelos: Demetrio Olavegoya Otero y Manuela Yriarte de Olavegoya, quienes tuvieron, entre otros hijos como Domingo Olavegoya Yriarte, a Clarisa Olavegoya Yriarte quien se casó a la edad de 16 años con Abelardo Álvarez-Calderón Flores-Chinarro. Los dos emigraron a Inglaterra dos meses después de su matrimonio (1869). En Londres, nacieron todos sus hijos, los Álvarez-Calderón Olavegoya. Entre ellos, Leonor quien nació en 1886.
Leonor Álvarez-Calderón Olavegoya nació en Godstone, Condado de Surrey – Inglaterra, en 1886.
En sus años de residencia en Inglaterra, un cuadro de la familia Álvarez-Calderón Olavegoya fue publicado en “The Illustrated London News” el 30 de enero de 1897. Dicha obra artística, en el que aparece Leonor, fue publicada debido a que Abelardo Álvarez-Calderón era director de una academia de arte privada en Londres que él había fundado. En la misma, se aprecia una paz espiritual y comodidad hogareña, típica de la época Victoriana a fines del siglo XIX.
Nombre del Óleo: “An Interesting Story”
Artista: AA Calderon = Abelardo Álvarez-Calderón Flores Chinarro
Año: 1896
Lugar: Londres
Personajes: Clarisa Olavegoya Yriarte de Álvarez-Calderón leyendo “un cuento interesante”, nombre del óleo, rodeada de sus tres únicas hijas, Maria (de rodillas, mirando las ilustraciones del libro), Leonor (de pie 10 años, atentamente siguiendo el relato de su madre) y Consuelo (6 años en el piso, distraída).
Muy tempranamente, en 1902, Leonor de 16 años contrajo la tuberculosis, entonces su tío Domingo Olavegoya Yriarte, que de paso la quería muchísimo, recomendó a su hermana trasladarse a Jauja para que su sobrina querida sane. Para entonces, Domingo Olavegoya conocía las bondades del clima seco de Jauja y su importante rol en la curación de la tuberculosis, por lo que no dudó en tomar esta medida.
Lista de Pasajeros del Vapor “OROPESA” en octubre de 1902, que partió de Liverpool rumbo al Callao.
Desde Londres, el año 1902, toda la familia Álvarez-Calderón Olavegoya se trasladó a Jauja con tan solo sus maletas. A bordo del Vapor “OROPESA”, en el mes de octubre de ese mismo año, partió de Liverpool rumbo al puerto del Callao. Inmediatamente, enrumbaron a Jauja.
Clarisa Olavegoya Yriarte (hermana de Domingo) junto a todos sus hijos en Jauja – 1902 (a su arribo de Londres). Parados contra la ventana, de izquierda a derecha: los hermanos Ricardo, Francisco, Carlos y Abelardo Álvarez-Calderón Olavegoya. En el centro, Consuelo Álvarez-Calderón Olavegoya, Clarisa Olavegoya Yriarte de Álvarez-Calderón y Augusto Álvarez-Calderón Olavegoya. De rodillas (más cerca a la cámara): las hermanas Maria y Leonor Álvarez-Calderón Olavegoya (a la derecha).
Lamentablemente, Leonor no pudo recuperarse; casi a los cuatro años de su llegada, falleció y sus restos fueron depositados en el Cementerio General de Jauja. Corría el año 1906 y la familia, abrumada por la temprana desaparición de la apreciada Leonor, opta por establecerse en Lima.
Familia Álvarez-Calderón Olavegoya en su casa de Jauja (1908). En la foto aparecen de pie, Carlos y Augusto Álvarez-Calderón Olavegoya. Sentada en el centro, Teodosia Granados Valle de Álvarez-Calderón, esposa de Carlos ACO, junto a los nietos de Clarisa Olavegoya Yriarte de Álvarez-Calderón: María Mercedes Álvarez-Calderón Granados, Demetrio Álvarez-Calderón Granados (en honor a su abuelo Demetrio Olavegoya Otero) y Clarisa Álvarez-Calderón Granados (en honor a su abuela Clarisa Olavegoya)
Para entonces, en la capital de la república las entidades médicas como el Ministerio de Salud y los más respetables médicos del medio, seguían enfrascados en el debate del tratamiento de la tuberculosis. Había una corriente muy fuerte que trataba de negar las bondades del clima, especialmente de Jauja, en la curación de este mal endémico, todavía no se conocía la antibioterapia, otra corriente confiaba en este tipo de tratamiento climatológico. Por otro lado, había otra discusión sobre un centro de tratamiento y recuperación de este mal, negándose la necesidad de establecer sanatorios y sugiriéndose el establecimiento de dispensarios. Lo que si era criterio común era de que había que aislar a los pacientes, por ello se sugerían lugares como Magdalena, Tamboraque o Jauja; para entonces, el erario nacional estaba en falencia y no habían recursos para construir este dispensario o sanatorio. Sólo la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima disponía de un fondo de 36,000 soles lo cual era insuficiente, pues el ingeniero encargado de formular el presupuesto estimaba que el centro de atención debía costar 250,000 soles de esa época. La cruda verdad era que mientras los entendidos discutían por años y no habían recursos para construir un sanatorio o dispensario los enfermos aumentaban y morían como Leonor Álvarez-Calderón Olavegoya.
Maria Lacroix de Olavegoya, esposa de Domingo Olavegoya Yriarte, donó camas, mobiliario e instrumentos médicos cuando se inauguró el Sanatorio Olavegoya.
En el año 1916, muere Domingo Olavegoya Yriarte y su albacea, al cumpir su voluntad testamentaria, hizo entrega de 100,000 soles para la construcción del sanatorio como una contribución al tratamiento de la tuberculosis y como un homenaje a su sobrina Leonor a quién quería sobremanera, deseando que en el futuro los enfermos de TBC no sufran los momentos que la familia Olavegoya vivió con su ser querido, sugiriendo que se construya en Jauja. Cosa que así se hizo y la obra empezó a construirse el año 1918. Terminándose el año 1920, con 2 Pabellones: Santa Elisa y Santo Domingo. El nombre del Sanatorio Olavegoya se debe a la propuesta del Dr. Pérez Araníbar, quién era muy allegado a la familia.
Trascripción del acta de defunción de Leonor Álvarez-Calderón Olavegoya que obra en la Iglesia Santa Fe de Hatun Xauxa: “Leonor Álvarez Calderón Jauja. En esta Santa Iglesia Parroquial de Santa Fe de Atun Jauja, de la Diócesis de Huánuco, veinte y siete de julio de mil novecientos seis, yo José del Carmen Maraví, Párroco de esta doctrina, mandé dar sepultura eclesiástica, con cruz alta en el cementerio general de esta ciudad al cadáver de la adulta Leonor Álvarez-Calderón, soltera de diez y ocho años de edad, hija legítima de Abelardo Álvarez-Calderón y de Clarisa Olavegoya, natural de Londres y vecinos de esta ciudad; murió de tisis, recibió el sacramento de la penitencia. Dio parte D. Aurelio Solís, vecino de esta ciudad. Y para que así conste lo firma José del C. Maraví”.
Como quiera que los recursos eran escasos, los pacientes deberían abonar ciertos montos para su tratamiento, habiéndose habilitado menores pabellones para pacientes de precarios ingresos. El terreno en el que se constuyó el edificio era de propiedad de las Hermanas de la Caridad, habiéndose finalmente confiado a esta congregación la atención de los pacientes. Como quiera que la donación de Domingo Olavegoya fue determinante para la construcción pero insuficiente con todos los gastos, su viuda María Lacroix, entregaría instrumentos, camas y equipos médicos para la adecuada atención de los enfermos, con lo que la donación de este filántropo limeño fue completa.
Inhumación de Leonor Álvarez-Calderón Olavegoya en el Presbítero Maestro (Lima, 1913).
Es de resaltar, finalmente, dos cosas de don Domingo Olavegoya Yriarte. Él era un próspero comerciante que poseía grandes extensiones de tierras en las zonas de Alpamina y San Pedro de Caujo, siendo uno de los accionistas mayoritarios de la Sociedad Ganadera del Centro, origen de la actual firma Laive. Era, además, empresario minero de numerosos centros de extracción mineral en Pucará, Morococha y Huancavelica. Quería mucho a su familia de la que nunca se separó. A su muerte, su viuda y su hermana Clarisa Olavegoya Yriarte de Álvarez-Calderón jamás se separaron.
Placa recordatoria de la Familia Álvarez-Calderón enterrados en el Presbítero Maestro de Lima. El nombre de Leonor figura abajo.
Esta es la historia que necesitabamos resaltar para que los jaujinos sepamos a quién debemos agradecer la existencia del Hospital Domingo Olavegoya y la gravitación que en su construcción tuvo Leonor cuyos restos fueron trasladados a Lima el año 1913 al Cementerio Presbítero Maestro, y de donde fuera sustraído su féretro, el que una vez rescatado por las autoridades, dio lugar a un nuevo entierro el año pasado, con lo que se cerrarían tres sepelios: Jauja (1906) y Lima (1913 y 2008).
Mausoleo de la familia Álvarez-Calderón en el Cementerio Presbítero Maestro, lugar donde se encuentra enterrada Leonor
La breve existencia de Leonor Álvarez-Calderón Olavegoya y el dolor de su desaparición, sumado al profundo cariño y desprendimiento que tenía Domingo Olavegoya Yriarte por su familia, son los ejes centrales para que Jauja cuente con uno de los más importantes centros hospitalarios del país. Esta es la historia que faltaba contar.
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Links externos:
– Cementerio Presbítero Matías Maestro
– Un viejo museo llamado Presbítero Maestro
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