(viene del capitulo anterior)
Ellos caminaron hasta el paradero. Camila se sentía más tranquila y eso hizo pensar a su amigo que sólo quería un poco de consuelo. César se disponía a irse cuando ella lo detuvo. “Te parecerá un poco loco pero quiero pedirte algo”, señaló ella mirándolo con algo de tristeza y algo de esperanza. César se mostró afirmativo y quiso saber cuál era su pedido.
“¿Te parece si salimos el sábado a pasear?”, preguntó ella. “Sí, tengo la tarde libre”, señaló él muy convencido. Camila le dijo que la fuera a buscar como a las siete. Él estuvo de acuerdo y se despidió de su amiga con el beso en la mejilla. Ella cruzó la avenida y volteó a mirarlo sólo para despedirse alzando su mano. César respondió de la misma manera a su saludo y sonrió un poco.
Subió a un bus y se dirigió a su casa. Durante el trayecto, se preguntó por qué ella lo buscaría ahora. “Sé que antes no me trató mal, pero tampoco fue muy cercana. ¿Por qué le hago caso?”, pensó para sus adentros, intentado comprender la extraña solidaridad de su alma. “Lo sabré el sábado”, se respondió de forma ambigua, queriendo no razonar de más.
(continuará)