Alexia estaba a punto de ingresar a su clase cuando su teléfono empezó a vibrar. Era Fernando, su hermano. “Hola Fer, ¿cómo te va?”, le respondió ella con alegría, alegría que se desbarató cuando su hermano le comentó lo que le pasó a su mamá.
“No Fer, yo voy para allá”, amenazó ella con ir a la casa, pero Fernando la tranquilizó diciéndole que ella ya se sentía mejor. Aún así, Alexia le aseguró que terminando su clase iría para allá. “Lindo mi bro”, habló bajito la joven una vez dentro.
“Señores y señoritas”, habló el profesor a la clase, “tenemos novedades: un nuevo estudiante se integra”. Y a continuación, hizo pasar a un joven de mirada sobria y sonriente. Al mirarlo, Alexia sintió de pronto un irresistible magnetismo que no sabía cómo controlar. “Hola a todos. Me llamo Joel”, dijo el recién llegado.