Han pasado cuatro días desde que Rodríguez decidió aumentar la dosis para Darío. Los resultados han sido los esperados: en las mañanas ya no ve sombras, en las noches ya no siente luces encendidas. Y su tío se muestra muy feliz por ello.
Aunque el joven aún duda de la mejoría. ¿Será que de verdad el mitigante funciona o es solo el efecto adormecedor del mismo el que lo hace verse mejor? Levantarse por la mañana casi le parece un fastidio y acostarse es un tema recurrente.
Aquella cuarta noche lo único importante para él era abrigarse con la frazada, debido al enorme sueño que sentía, y no tardó en quedarse dormido. Luego de unas horas, empezó a escuchar unos susurros, como si le hablasen al oído.
“Despierta, despierta”, la insistente voz le repite sin cesar. “¿Qué pasa tío?”, responde el joven algo molesto. “No, soy Luis”, escucha decir a la infantil voz que, como resorte, lo levanta.