Diez para las doce, el hombre de la capucha negra sale del bar y se dirige hacia la procesión. El espía que cauto esperó desde la azotea de un hotel, se puso en alerta. “Síganlo”, se escucha que ordena por medio de su transmisor.
Al instante, hombres comunes entran en escena y se empiezan a camuflar con el gentío, siguiendo discretamente al encapuchado. Los feligreses avanzan hacia la zona sur de la ciudad, dando muestras de fervor a su paso.
Luego de unos minutos de andar el recorrido de la gente, el encapuchado salió de la manifestación y empezó a caminar hacia el este por una calle. En ese momento, los sicarios de El Mecenas se acercan al objetivo para no dejarlo escapar. Formaron un círculo alrededor de él y sacan sus revólveres. “¡Quieto ahí!”, lo conminaron a pararse.
(continúa)