(viene del capítulo anterior)
A la mañana siguiente, Luis se presentó temprano en la puerta de la casa de Mónica. Luego de unos minutos, ella salió de su casa. Se saludaron y se fueron caminando hacia la avenida. Todo parecía tan normal como antes, salvo por el inusitado silencio al cual Luis le tiene sometida. Mónica lo veía a ratos, sin entender nada hasta que se decidió a hablar.
“¿Sigues molesto?”, preguntó muy directa. Luis la miró y de pronto paró en sus pasos. “Sí, aún estoy algo molesto”, respondió con decepción. Reconociendo que se había equivocado, ella se abalanzó sobre él y lo abrazó con sus brazos. “Lo siento, lo siento mucho”, dijo Mónica con el rostro apoyado sobre Luis.
Luis se quebró, no pudo continuar con su dureza: abrazó a Mónica y la besó con hartas ganas. “A veces siento que me sacas de quicio mal, y no lo entiendo porque lo único que hago es quererte”, explicó él revelando ese sentimiento que tuvo contenido tanto tiempo. Otra vez ella le ofreció disculpas, y él se las aceptó tomando su mano y robándole otro beso. “¿Te parece bien si vamos más tarde al cine?”, ella lo invitó con una emocionada sonrisa.
(continúa)