– En efecto, mi estimado amigo -señaló Valera- descubrirá que hay obituarios…
– Pero buscaron en los cementerios y no hallaron lápidas con esos nombres.
– Es verdad, y esa es la razón.
– Me habló de Juan de Palma, –cambió de tema el periodista- ¿es otro de sus seudónimos?
– No. Él fue mi antecesor.
– ¿Dónde está él?
– Falleció hace varios años –lo recordó con melancolía el escritor-, él me enseñó mucho para mi estilo de literatura.
– ¿También sobre el secreto de la casa?
– Claro. Este es un lugar creado para la imaginación y el sosiego, dado que el escritor precisa de no prestar atención a otros asuntos para concentrarse en sus manuscritos.
– ¿Acaso la magia del lugar no le permite escapar?
– Hay un periodo de prueba, en donde te está permitido entrar y salir, bajo juramento de silencio y la guía de tu mentor, pero…
– ¿Pero?
– Una vez que eres aceptado definitivamente, sólo puedes salir para morir.
– Es decir, -preguntó intrigado el periodista- ¿este retiro significa irse a morir?
– Exacto.
– ¿Qué cosa puede empujarlo a tomar esta dolorosa decisión?
– El amor.
Entrevista en la casa gris (capítulo cinco)
Deja una respuesta
[Visto: 871 veces]