Tras una semana movida por el dictamen de la comisión especial, que fue aprobado el pasado 9 de octubre –por cuatro votos contra dos y un par de abstenciones- para los casos de aborto eugenésico y por casos de violación, las aguas siguen agitadas a raíz de la votación que tendrá el Congreso de la República en los próximos días sobre el controversial tema.
Tema que mantiene dividida a la opinión pública, al punto que ayer 20 se produjeron enfrentamientos entre los partidarios y detractores de la polémica aprobación. Para los que están a favor de la norma, esta permite que las mujeres violadas no tengan que pasar por un trance doloroso y traumático, además de evitar un sufrimiento innecesario para los infantes que nazcan con malformaciones físicas o psicológicas.
Para los que opinan en contra, en especial la Iglesia Católica, el derecho a la vida está consagrado en la Constitución política del Estado, y éste es inalienable, es decir que no se le puede privar de este derecho al neonato, bajo cualquier punto de vista. Sostienen que los niños no deseados por estos motivos, pueden ser cuidados en albergues o entregados en adopción.
El debate es complicado al querer analizarse qué es más importante, si el derecho de decisión de la gestante o el derecho a la vida del gestado. Y eso me hace recordar la vieja frase que dice “El derecho de uno termina donde comienza el de los demás”; por tanto, el fundamento de dicha frase reconoce que es permisible todo aquello que beneficie a ambas partes, mientras que limite aquello que atente contra el desarrollo de uno de ellos.
Entonces, es discriminatorio que se ataque el derecho de los que menos medios tienen para defenderse; porque, si se hace memoria, ¿acaso no tienen menos medios de defensa de derechos tenían los indígenas en Bagua, los niños muertos en el sur a causa del friaje, o los damnificados del terremoto en Pisco que siguen esperando sus nuevas viviendas? Y si se hablara de merecimientos, ¿acaso un pequeño infante con discapacidades no tendría más derecho a la vida que un violador o asesino en perfecto estado de salud?
Ciertamente, es muy loable querer evitar el sufrimiento del otro, pero no a costa de la propia decisión que le corresponde al otro. Desde mi óptica, la vida humana es el fenómeno del espacio y tiempo en que una persona desarrolla o hace cosas; por tanto, corresponde a esa sola persona -respetando el derecho de los demás- las elecciones relevantes que afecten su vida.