(viene del capítulo anterior)
“No puedo creerlo”, fue lo primero que dijo José cuando escuchó el relato de su amigo. Si Alberto no había podido descifrar el comportamiento de su enamorada, su compañero menos. “Algo muy raro está sucediendo”, fue la única conclusión a la que José llegó.
“Es que no sé qué más pensar”, respondió Alberto, añadiendo que ya lleva más de quince días sin poder conversar con ella. “Eso nos deja diez días más de espera; seguro que hay una explicación”, contesto su amigo esperando que él recapacitara.
“No broder, tengo que saber qué pasa”, insistió Alberto, convencido que necesita apoyarla. “Entiendo tu fastidio, pero es mejor que esperes”, afirmó José intentando apaciguar sus ánimos. No lo consiguió: Alberto se levantó de la mesa y salió afuera a fumar un cigarrillo.
(continuará)