(viene del capítulo anterior)
Lidia lo saluda por cortesía. Y eso le extraña a Gonzalo porque la semana pasada todo estuvo muy bien. Él le preguntó cómo se sentía, pero ella solo atinó a decir que no había dormido bien y que se sentía algo cansada.
“Bueno, te veo a la salida”, fue la escueta respuesta de Gonzalo y se despidieron. Al besarla en la mejilla notó otra vez esa infame frialdad. Cuando volvió al aula luego del recreo, se preguntó si sería buena idea insistir en el por qué de su actitud. Para cuando llegó la hora de salida, él se apresuró en salir primero del colegio.
No la vio en el portón y se puso hablar con el vigilante de la institución para saber si la había visto. “Sí, ya está en dirección al paradero”, fue la contestación del hombre. Gonzalo agradeció y se apresuró en llegar al paradero. Grande fue su sorpresa al verla caminar acompañada de otro muchacho.
(continuará)