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Vas huyendo ya
tratando de alejarte
queriendo ser imparable
ante esos extraños sentimientos.
No pensaste que sucedería,
que sólo era un juego,
un sábado cualquiera
que te ayudara a divertir.
No imaginaste ni un segundo
que tu corazón cambiaría
ese frío insensible
por una ardiente calidez.
Y ahora corres otra vez
escapando de ese destino,
esperando no querer,
esperando no amar.