(viene del capítulo anterior)
Silva puso sus manos sobre su abdomen, y vio que un gran corte lo hacía sangrar. El detective sintió que la vida se le iba y cayó de rodillas sobre el piso antes de caer desmayado. “Laura, nos salvaste”, dijo Flores agradecido hacia donde está ella.
Su sorpresa se convirtió en preocupación cuando vio que Laura yacía en el suelo. Él se acercó rápidamente a donde estaba, y pudo notar que tenía clavada una daga a la altura de su estómago. Aunque agonizaba, ella se preparó para dar sus últimas palabras.
“Él mencionó que estamos atados por la maldición, así que tenía que herirlo de alguna forma. Ahora ya soy libre”, explicó Laura antes de cerrar los ojos. Flores lloró con mucha tristeza por varios minutos hasta que reparó en un pequeño tatuaje en forma de mariposa que ella tenía en su cuello. “Es la cosa más bella que he visto”, señaló Flores en infinita contradicción.