(viene del capítulo anterior)
Yarek caminó con el atrapasueños entre sus manos hasta llegar a la sala. Allí lo esperaba Nora, quien quería una explicación a lo sucedido. “Le fallé a Muchek, le fallé”, dijo el viejo y comenzó a llorar sentado en un sillón. Alfredo y Alonso se acercaron hasta él. El padre le preguntó por qué decía eso.
“Muchek fue mi hijo. Cuando él era un niño, yo me preocupe más de mi tribu y no de prestarle atención”, contó Yarek cuando estuvo más calmado. Él señaló que le regaló el atrapasueños para protegerlo, pero sólo fue una excusa para descuidarlo. Un día, el niño desapareció y sólo encontró en las tierras áridas las dos partes del amuleto partido.
Unas noches después de la desaparición, el espíritu de Muchek se le presentó en su casa y comenzó a atormentarlo. El juguetero no encontraba la forma de que se fuera, hasta que logró encerrarlo en el oso de peluche. “Yo les regalé el oso con la esperanza que pudieran cuidarlo”, terminó Yarek con notorio descontento. Alfredo lo miró condescendiente, cuando Alonso se le adelantó: “creo que sé lo que hay que hacer”.
(continúa)